lunes, julio 16, 2007

La dama de blanco

El espectaculo comenzaba. La dama de blanco era la más deseada del baile. Nos mirabamos con cierta complicidad y pensabamos quién de los presentes iba a conquistarla. Entre sus seductores había algunos más diestros en algunos ritmos y otros que se adaptaban por su destreza y habilidad a cualquiera movimiento. Todos trás ella, todas las miradas sobre esa mujer.
En un momento, se acercó el pirata que la abrazó con fuerza, pero ella seguía distante. Con los ojos clavados en la dama, el pirata le robó un beso que ella lo recibió con cierta indiferencia. Como muchos que lo acompañaban, él se alegró por ese ósculo breve, pero intenso, aunque le incomodó la sonrisa irónica y burlona de la dama al alejarse.
La fiesta seguía y ella paseaba por los brazos de todos los invitados. Sus curvas perfectas, admirables, y sus movimientos sensuales no dejaban de sorprender a todos los presentes. Pero el príncipe azul llegó al final del baile. Ella se acercó por casualidad. Ambos sonrieron. Él, llamado Fabio, la invitó al salón y la mujer accedió. La tomó de la cintura y danzaron. La hizo dar vueltas como trompo entre un invitado y la fue a buscar por el otro lado. Cuando se reencontraron nuevamente, la acarició y un profundo beso los unió. Alegre y feliz, la dama se fue a un costado.
Fabio contento, festejó y gritó hasta la afonia su amor. Nosotros, espectantes y absortos por lo sucedido, comenzamos el júbilo. Sorprendido miré a mi alrededor y noté que los abrazos y las lágrimas se apoderaron de todos los hombres. La emoción y la pasión de aquel espectaculo fue muy fuerte.
Así, la dama de blanco con una gran sonrisa y enamorada del caballero, desde el fondo, dijo: "Los Andes es de primera".

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